En un estudio de 1994, se encontró que cerca de una tercera parte de las mujeres con un historial confirmado de haber sido víctimas de abusos durante su infancia, no recordaba esos abusos durante su adultez. El hecho de que estas mismas mujeres no se mostraran reacias a comentar otros incidentes potencialmente embarazosos o vergonzantes (por ejemplo, abortos, prostitución, o agresiones sexuales durante la adultez) llevó a asumir que estas mujeres realmente habían perdido la capacidad de acceder a esos recuerdos traumáticos. En un estudio de seguimiento publicado al año siguiente, se encontró, entre mujeres con un historial documentado de haber sido víctimas de abuso sexual durante la infancia, que un 16% declaraban que existía un lapso de tiempo para el que no eran capaces de recordar la totalidad o parte de los abusos sufridos.